jueves, 2 de diciembre de 2010

la muerte le acompaño.

Todo a mi alrededor apestaba. El trabajo era una mierda, al jefe me hubiera gustado colgarlo de los huevos de las aspas del ventilador y ponerlo a velocidad 4 mientras le disparaba canicas con mi antiguo tirachinas. Mi vida social no tenía sentido; mi mejor amigo había fallecido unas semanas atrás de cirrosis, mi mujer un año antes de cáncer de pulmón y mi familia no sabía dónde residía.

No tenía mucho sentido vivir en esa ciudad, la verdad, pero algo me ataba a ella e impedía que cada que día en el que bebía hasta cagar sangre me despertará con ganas de morir. Quizás esas ansias de desaparecer hacían que no sucediera, un castigo del Karma.

Supongo que beber era mi forma de rebelarme contra el mundo, pero ¿qué le importaba al mundo si ni las puertas automáticas se abrían a mi paso?

Tenía una norma, solo beber cuando el sol este a punto de acostarse. Nunca bebía recién levantado o al mediodía, solo a partir de las seis de la tarde. El resto de día sufría un angustioso síndrome de abstinencia que paliaba a menús de diazepanes,me mantenía tranquilo.

Ese día eran ya las siete y media u ocho, no lo sé con certeza ya que era viernes. Estaba aparentemente solo delante de la estantería de licores del supermercado y ebrio. Recuerdo que no sabía si comprar ron o tequila (los viernes siempre tocaba uno de los dos, era un tipo de costumbres. Lunes vodka, martes ginebra, miércoles whisky, jueves absenta). De repente noté como una mano rozaba mi espalda derecha mientras una voz me susurraba al oído la frase más romántica que jamás había oído "Compra ron y nos la bebemos a medias,yo compraré tequila".

Recuerdo que giré la cabeza a la velocidad del rayo y tuve que cerrar los ojos del mareo que agarré. Cuando los abrí allí estaba ella; alta, esbelta, con un olor alcohol que enamoraba. Le pregunté si estaba bromeando y me contestó "no bromeo, hoy nos tomamos estas dos y serán las últimas de nuestra vida". Pensé que ella estaba planeando un suicidio y necesitaba a alguien que le diese fuerzas, yo era un elemento perfecto.

No recuerdo mucho más de esa noche, solo que la levantarme en la casa no había nadie ni alcohol, solo una nota y una horrorosa resaca .

Si continuas sereno diez días más apareceré.

Fueron los diez peores días de mi vida pero aguanté. Aún no recuerdo porqué, pero lo hice.

Al décimo día sin beber ella no apareció. Pensé en beberme un mar de sentimientos pero por una extraña razón me tomé un vichy .

Des de ese día nunca más bebí si por miedo a ella o a la soledad sentida des de que la conocí y nunca más la volví a ver.

Ahora tengo una vida sana, amigos en el club de lectura, me tomo una tónica después de trabajar y los fines de semana hago senderismo, pero ella sigue sin aparecer...

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