martes, 23 de noviembre de 2010

El día de la marmota


Siempre he odiado la monotonía, y en ella estoy inverso. Cada día, al levantarme, podría predecir que haré, los días han borrado sus nombres y se hacen llamar solo Días, las horas no tienen minutos y los minutos carecen de segundos; simplemente son espacios temporales que se suceden unos a otros sin importar lo pasado y sabiendo lo venidero. Y las sorpresas...Las sorpresas forman parte de lo imaginativo.
Lo bueno de la monotonía es que no es eterna sino pasajera.

Cuando uno está de lleno en la monotonía solo tiene dos opciones ante ella: o aceptarla como tal y vivir con ella hasta que pase o hacer algo para combatirla.

Aceptarla es vivir en el aburrimiento hasta que esta se vaya o se transforme en cotidiana. Este es el recurso de muchas parejas y sabiendo que 3 de cada 4 matrimonios se separan, no creo que sea la mejor opción.

Para combatirla, en mi caso, hay varios métodos:

-Imaginar
-Planear
-Enloquecer
-Mandarlo todo a la mierda y dar un giro de 180º a tu vida.

Imaginar es fácil. Solo me hace falta cerrar los ojos y escuchar las olas del mar de verano retumbando en mis orejas -por ejemplo-. Es un placer efímero, como una calada a un cigarro; disfrute momentáneo, mono futuro.

Planear mola pero es el camino más fácil hacia el fracaso. Todo lo planeado en momentos de monotonía acaba en nada, frustración. Disfrutas mientras lo ideas, dibujas, indagas...Pero queda en eso: en una tornado de ideas que, como tal cuando pierde fuerza centífuga, termina en polvo fluctuando por tu habitación.

Enloquecer (Con enloquecer quiero decir hacer algo diferente, fuera de lo normal y no perder la cabeza) es la más vistosa, la que te genera un recuerdo más duradero, la que hace regenera tu flujo sanguíneo y elimina los radicales libres creados por la monotonía... es la codeína de las opciones. Escuchar un viejo tema y ponerte a bailar en el balcón, perderte con tu vehículo hasta el final de una carretera, tirarte por un pendiente si frenos, saltar encima de un charco descalzo, irte un fin de semana a tomar setas en el bosque, pegarte una fiesta improvisada en una taberna mal-oliente, escribir un mirco-relato...Cualquier acto será una bocanada de aire fresco para tus neuronas.
A la vez, enloquecer es la más peligrosa, la más adictiva. Si abusas de ella puede pasar de un remedio a una adicción y perder todos sus tan buenos efectos.

Y la última opción sería la de mandarlo todo a tomar por culo. Yo aún no me atrevo pero últimamente mucha gente de mi generación lo está haciendo. "Que si dejo el curro y me doy la vuelta al mundo, que si me hago chef, que si lo vendo todo y monto una pensión en Brasil...".Muchas son las opciones, solo hay que tener huevos...

Como llevo tiempo sumergido en este mar de aceite de emociones mi cabeza ya centrifugando todo a la vez;

Imagino ser una estrella de rock mientras planeo mis vacaciones conduciendo mi burra por las carreteras de una isla sin montañas a la vez que escucho The King y bailo en pelotas tomando una copa de vino con las ventanas abiertas e intento no mandarlo todo a la mierda (y así , sin comas ni puntos)

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